jueves, 9 de octubre de 2008

Primera clase

Me enfrentaba por primera vez a cuarenta adolescentes en una pequeña aula de una pequeña academia concertada.
Al entrar en el aula me coloqué detrás de la mesa del profesor y me presenté, a continuación comencé a leer la lista de nombres que me había proporcionado el director. Al nombrarlos aquellos rostros dejaron de ser anónimos, pero el abandono del anonimato de esas personas , me produjo un miedo escénico, que evidentemente tuve que superar.
Con una voz que intentaba ser firme, pero que yo apreciaba como titubeante, comencé a comentar como transcurriría la asignatura durante el resto del curso. Media las palabras y los gestos, sabía que la primera impresión era muy importante, lo había apreciado durante mis años de estudiante, pero ese día yo estaba tras la mesa del profesor, era yo quién estaría etiquetada en pocos día con alguno de los adjetivos de profe "enrollao", "borde", simpatica", etc. A continuación comence a explicar la primera lección del libro, conforme fuí escribiendo definiciones propiedades en la pizarra, conseguí tranquilizarme y comenzar a centrarme en transmitir mis conocimientos de forma que ellos los comprendieran. Así transcurrio la primera hora de mi primer día de clase

1 comentario:

Pepe Meseguer dijo...

La experiencia de dirigirse a un grupo de jóvenes es realmente algo especial. En realidad, es para mi una vivencia que se repite cada año desde hace treinta y cuatro. Solo puedo decir que, para los docentes por vocación, es algo que no es comparable a ninguna otra cosa. Gracias por compartir este hecho.